Comienza el plan para dar cobertura wifi en la Luna

yahoo.com

El espacio ha vuelto a cobrar fuerza en los últimos años. En 2020 se batieron todos los récords de lanzamientos, en 2021 se volvieron a superar todas las marcas y todo indica que este nuevo año continuará esta tendencia creciente de misiones y proyectos, donde la Luna ha recuperado una gran parte de su interés. Más allá del telescopio James Webb y de los movimientos de las agencias privadas, el 2022 será el año de la Luna con el inicio del programa Artemisa de la NASA y con un gran número de sondas que intentarán aterrizar en nuestro satélite entre las que destacan Peregrine 1 (EE UU), Nova-C (EE UU), SLIM (Japón), Chandrayaan 3 (India) y Luna 25 (Rusia). Ayer mismo China anunciaba que unirá fuerzas con Rusia para construir una base en la Luna para 2035 y hacer frente así al proyecto lunar de NASA y su proyecto Gateway. Se estima que, en los próximos ocho años que le quedan a nuestra década hasta 2030, se están considerando o desarrollando más de 90 misiones lunares. Nuestro satélite vuelve a ser objeto de deseo por parte de naciones y agencias, y esto es solo el comienzo… no es descabellado intuir que cuando se complete la primera misión tripulada de nuestro siglo, el interés en la Luna se acelerará por parte del resto de potencias en busca de una presencia humana permanente en su superficie.

Esta nueva y apresurada carrera hacia la Luna está creando una serie de necesidades que hasta hace poco no parecían demasiado urgentes, sobre todo en el ámbito de las telecomunicaciones. Por supuesto tenemos la socorrida radio que sirvió bien en las legendarias misiones Apolo, pero requiere una línea directa con la Tierra que no siempre es posible. Por ejemplo en el lado oculto de la Luna, también en buena parte de los polos e incluso en el lado que mira a la Tierra, las colinas y cráteres pueden llegar a bloquear las comunicaciones. Además, desde hace ya varios años sabemos que los polos lunares contienen hielo de agua, un hecho que a buen seguro influirá en la localización de bases y que descarta el uso de la radio en esas regiones.

En definitiva, estamos en el siglo XXI y la mejor solución para las conexiones lunares es el WiFi mediante una red de satélites espaciales que orbiten la luna y que ofrezcan una cobertura constante en cualquier lugar de su superficie. El proyecto más avanzado en este aspecto se llama ANDROMEDA, una constelación de satélites en la que ya están trabajando el Jet Propulsion Laboratory de la NASA (JPL) y la compañía aeroespacial italiana Argotec.

En los últimos tiempos además nos hemos acostumbrado al lanzamiento de docenas de satélites en la constelación Starlink de Space X y podríamos llegar a creer que establecer esta constelación lunar resultará sencillo… no es así.

Infografía de los satélites que compondrán la constelación Andrómeda | imagen JPL
Infografía de los satélites que compondrán la constelación Andrómeda | imagen JPL

La primera dificultad se deriva de las distancias. La altitud a la que operan los satélites de Starlink varía entre los 400 y 1200 kilómetros mientras que la Luna se encuentra a 480.000 kilómetros de nosotros, lo que implica calcular muy bien las órbitas de los satélites buscando que sean estables y que requieran pocas (o ninguna) maniobra. Además, estas órbitas deberán seleccionarse con cuidado para dar cobertura continua a los denominados “puntos calientes”, regiones lunares donde probablemente habrá una mayor actividad humana o robótica, sin negar la conectividad a ninguna otra parte de la superficie. Todo un reto de ingeniería que además deberá proporcionar el mejor servicio y cobertura posibles con el mínimo número de satélites.

El proyecto actual de constelación de satélites ANDRÓMEDA se compone de 24 satélites divididos uniformemente en cuatro órbitas diferentes para proporcionar la máxima cobertura de la superficie de la luna. Estos pequeños satélites en forma de cubo tienen unas dimensiones de 44 por 40 por 37 centímetros y poseen tres antenas diferentes para establecer comunicaciones tanto con la Tierra como con la superficie lunar.

Además de las comunicaciones, los astronautas, los Rovers y el resto de instrumental científicos necesitará saber dónde se encuentran en la superficie de la luna. Estos satélites de retransmisión también pueden formar una especie de “GPS lunar” para la navegación cronometrando el tiempo que tardan las señales entre varios satélites en llegar a un punto determinado de la superficie.

En resumen, el futuro a corto y medio plazo de la Luna se plantea muy atareado por lo que conviene, además de las numerosas sondas y misiones tripuladas, organizar un buen sistema de comunicaciones para saber, en todo momento, qué está ocurriendo ahí arriba.

Share
Bitnami