“A Buenaventura hay que expulsarle todos sus males”, dijo el obispo Rubén Darío Jaramillo que trató de combatir el mal desde la fe
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Un caso de exorcismo en masa se presentó en una ciudad de Sudamérica ante la escalada de violencia producida por el efecto del narcotráfico en las calles, a la cual tuvieron que rociarla con agua bendita para poder eliminar todos los males que sus habitantes padecían día a día, hasta que un obispo decidió que era el momento de actuar.
“A Buenaventura hay que expulsarle todos sus males”, dijo el obispo Rubén Darío Jaramillo ante los asesinatos que se multiplicaban en dicha ciudad colombiana. Más de 40 vehículos donde cientos de personas se congregaron acompañaron al representante de la Iglesia Católica que en caravana acudieron a aventar agua bendita en 12 puntos principales.
El objetivo del exorcismo es frenar las masacres, asesinatos selectivos y balaceras entre pandillas que se presentaban en la ciudad. Desde hace décadas el narcotráfico se apoderó de aquella ciudad portuaria ubicada en la costa del pacifico de Colombia en donde la violencia y la corrupción han azotado al medio millón de personas que viven ahí, según información de la BBC.
La primera parada de la caravana ocurrió en el barrio de Las Palmas, una peligrosa zona que ha cobrado la vida de decenas de jóvenes. Uno de los vecinos del lugar, Antonio Ramírez de 70 años de edad, de los cuales 33 los ha vivido ahí, describió como la falta de seguridad y las adversidades económicas son el común denominador en el barrio.
“Los asesinatos por acá pasaban cada rato. Uno nunca sabe en qué momento puede pasar algo y por eso todo el mundo se mete a su casa temprano”, contó al medio citado Antonio quien se dedica a la venta ambulante de dulces y cada vez que lo hace nunca está seguro si volverá sano y salvo a su hogar.
“No sabemos qué pasó exactamente. Es tanta vaina la que hay que no sabemos si empezaron las pandillas, el narcotráfico o quiénes”, dijo Antonio.
Buenaventura como puerto para el tráfico de drogas
La ubicación geográfica de Buenaventura es uno de los mayores atractivos de las bandas del crimen organizado, ya que es justo por el puerto donde se mueven toneladas de cargas de drogas, que incluso algunos expertos sobre el tema, la consideran como la principal salida por donde viaja la droga hacia centro y norteamérica.
La Defensoría del Pueblo informó que el puerto “presenta todas las condiciones necesarias para el procesamiento, comercialización y exportación de todo lo relacionado al flujo de economías ilegales, en especial la generación de recursos provenientes del clorhidrato de cocaína”.
Por lo tanto, para el investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila, “la guerra ha vuelto a Buenaventura o tal vez nunca se fue”, dijo en 2019, año en que se publicó la historia. Recordó que un año antes recrudeció la violencia donde hasta los grupos criminales realizaron toques de queda ilegales.”Los muertos han caído en lo que podría llamarse la reactivación de la guerra. Nuevamente, hombres armados patrullando en barrios, balaceras a la orden del día, toques de queda ilegales y aumento de la extorsión”.
Durante horas, la caravana encabezada por el obispo Rubén Darío Jaramillo avanzó por los 12 puntos más conflictivos de Buenaventura en compañía de un camión de bomberos donde el religioso iba a bordo haciendo oración y junto a él una estatua casi de tamaño natural del santo patrono de la población.
Desde casos de abusos sexuales donde trascendió el caso de una niña de 10 años que además asesinaron, el miedo de enfrentar a los “montadeudas”, extorsionadores y desapariciones forzadas como el engaño que hicieron a varios chicos con la promesa de ir a jugar futbol, pero después aparecieron sin vida y calcinados, es a lo que por lo menos desde hace tres años se enfrentan los vecinos del lugar.
“Buenaventura es una ciudad estratégica del país, pero tenemos problemas enormes como la corrupción”, aseveró el obispo que trató de combatir el mal desde la fe.
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