En busca de plantíos de coca, militares destruyen huerto de campesino afiliado a programa de Conafor

“El trabajo de toda mi vida me lo desbarataron en un ratito, no se vale que hagan eso, y ahora con lo del vivero, pues no entiendo, el gobierno nos da el programa y luego vienen los soldados y lo destruyen todo”, lamentó Julián Alarcón, quien además es sobreviviente de la llamada “guerra sucia”.
proceso.com.mx

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Julián Alarcón, sobreviviente de la llamada “guerra sucia” de los años setenta en Guerrero, vio como en minutos, su labor de campesino de toda la vida, era destruida por un helicóptero del Ejército mexicano, que se posicionó sobre sus plantíos de árboles frutales y de café.

La escena ocurrida al mediodía del 29 de octubre en San Francisco del Tibor, una comunidad serrana de Atoyac, remontó  a Julián casi 50 años atrás, cuando el Ejército incurrió en abusos graves contra la población civil como parte de la política contrainsurgente de Luis Echeverría.

 “Mi terreno es de 2 hectáreas, estaba en mi huerta trabajando cuando escuché el ruido de cuatro helicópteros volando muy bajito, de repente vi a uno de ellos que empezó a bajar, y les hice señas para saber qué querían.

“No me hicieron caso, uno de los helicópteros se bajó a un metro de la tierra casi se sentó encima de los árboles frutales que medía de dos a tres metros, todos los quebró, destruyeron también un vivero que tenemos de un programa de Conafor; yo estaba agarrado de un árbol de aguacate, quería acercarme, pero no podía porque sentía que el viento de las aspas me aventaba”, narró el anciano de 72 años vía telefónica desde San Francisco del Tibor.

Alarcón contó que lo que los soldados buscaban era plantíos de coca, toda vez que, en febrero de este año, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reportó la destrucción de plantas en la sierra de Atoyac.

“Vi cuando un soldado se bajó del helicóptero y tomaba fotos del vivero que tenemos como parte de un programa de reforestación, de combate a incendios y de siembra de café de Conafor (Comisión Nacional Forestal)”, dijo el campesino al señalar que las plantas de cafeto beneficiaban a 11 campesinos que están inscritos en el programa gubernamental.

Por la incursión militar, Julián vio destruidos sus árboles de mango, cacao, yacas, plátanos y el vivero del programa de Conafor, pérdidas que exige sean pagadas por el gobierno federal.

“El trabajo de toda mi vida me lo desbarataron en un ratito, no se vale que hagan eso, y ahora con lo del vivero, pues no entiendo, el gobierno nos da el programa y luego vienen los soldados y lo destruyen todo”, lamentó Alarcón.

Al resaltar que lo que los militares buscaban eran plantas de coca, Alarcón reprobó que los encargados de exterminar esos plantíos no sepan distinguir entre ese cultivo ilícito y el cafeto, o los árboles frutales.

Atoyac, foco de atención

En febrero de este año, la región serrana de Atoyac se convirtió en foco de atención, luego de que, en una conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador informara que se habían destruido plantas de coca en la región, para después difundirse videos de la destrucción de un plantío incipiente de coca en la comunidad de El Porvenir.

Para Julián Alarcón la actitud “prepotente” de los soldados que destruyeron su parcela, es similar a la forma en que actuaba el Ejército hace más de 50 años, en que “hacían lo que querían, llegaban a las comunidades a destruir las cosechas”.

Alarcón recordó que, durante la persecución a la guerrilla de Lucio Cabañas, él y dos de sus hermanos fueron sacados por la fuerza de su casa por miembros del Ejército, llevados a un campamento en la sierra, donde fueron severamente torturados.

 “Yo tenía 17 años, mis hermanos 15 y 10 años, nos sacaron de la casa a las tres de la madrugada, nos llevaron rumbo a San Vicente, a una comunidad que se llama La Estancia, ahí nos golpearon, tanto que yo perdí el conocimiento, después nos soltaron ahí mismo en la sierra; no fuimos los únicos, se llevaron en esa ocasión a otros campesinos, algunos nunca regresaron”, narró el anciano.

Por los daños causados en su parcela, Julián Alarcón y el comisario municipal Pablo López Peralta, elaboraron un documento dirigido al presidente López Obrador, con copia para el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, para que se le reparen los daños y se corrija la actuación arbitraria de los elementos castrenses.

 “Para mí fue revivir esos años de la guerra, en que el Ejército hacía lo que quería, esa prepotencia que traen ellos, y se supone que ya no estamos en esos tiempos; ahora que destruyeron el vivero de café, no me explico cuál es el objetivo del gobierno federal, ellos nos dan los programas de Conafor, y luego los vienen a desbaratar.

“Yo pido al presidente que mande gente a revisar y que evalúen (los daños), no quiero mencionar cantidades, que ellos vean lo que pasó, mi deber es denunciarlo porque constantemente el presidente dice que ya no deben violarse derechos humanos, y esto que están haciendo no se vale”, reiteró Julián Alarcón.

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