En el hospital o en casa, esta es la enfermedad de la soledad

Testimonios de pacientes recuperados

jornada.com.mx

La cifra de aquellos que han logrado superar el Covid-19 se acerca a 150 mil personas en México. Son los afortunados. Y de acuerdo a cómo los haya tratado la enfermedad, conservan un relato vívido del episodio: la intensidad de su afectación, el tiempo que la padecieron hasta obtener el ansiado negativo en la segunda prueba y las secuelas de distinta gravedad que aún resienten y hasta obligados procesos de rehabilitación.

Y está también lo emocional. Las largas horas de dificultad respiratoria, terribles dolores de cabeza y toses incontrolables han sido en muchos casos malestares agudizados por el miedo, la ansiedad.

Pero aquí están. Y dan testimonio.

Juan Manuel Díaz es alcalde de Tres Valles, Veracruz. Con 46 años y médico de profesión, cuenta detallado su proceso desde que el primero de junio empezó con mucho dolor de cabeza y tos seca. De inmediato adivinó el contagio porque, además, la persona que le ayuda a manejar tuvo los mismos síntomas y porque durante varios días –con la debida protección– hizo recorridos por obras de la localidad.

“Obtuve el resultado positivo el 7, y tres días después empecé con dificultades para respirar, ya no podía subir escaleras y mi saturación de oxígeno llegó a 91.

“El neumólogo me ordenó una tomografía urgente. Y cuando le llevé el resultado, ya tenía neumonía.

“De inmediato me internaron. Estuve 10 días en Veracruz. No me intubaron porque logramos conseguir el medicamento tocilizumab que me ayudó a disminuir la inflamación de los pulmones. Sin embargo, pocos días antes de egresar, empecé a hipotensarme por una infección nosocomial.

“Perdí 14 kilos en dos semanas. El dolor en el tórax es algo muy difícil, opresivo. No lo imaginas. En la soledad total tu cerebro empieza a trabajar fuertemente y te dices: ‘¿Qué irá a pasar conmigo? ¿Podré soportar esto?’ No es parecido a nada que yo haya vivido antes, ni con algún paciente: el sudor frío, los escalofríos, tu corazón que se acelera…

Todavía estoy en casa, aislado, con cubrebocas. Las medidas son las mismas que en el hospital hasta que pase más tiempo y una nueva tomografía certifique que por fin ya superé el Covid 19.

Francisco Nazar es delegado de la Cruz Roja Mexicana en Chiapas. Tiene 41 años y es ingeniero. Se contagió a mediados de mayo y hasta el momento no puede considerarse completamente curado, pese a que las pruebas ya dieron negativo a Covid-19. Las secuelas que le dejó el virus le han llevado a frecuentes análisis y a tomar terapias de rehabilitación, de las cuales, dice, casi nadie habla.

“Le llamo a ésta, la enfermedad de la soledad. Desde los primeros síntomas me aislé porque mi esposa está embarazada y mi suegro tiene una enfermedad crónica.

“Durante 30 días no vi a nadie. Me fui a otra casa, me llevaban la comida en envases desechables a la puerta y esperaba hasta que se fueran para recogerla. En casi todas las pruebas (hígado, riñones, de PCR) los indicadores salían muy disparados. Las alteraciones internas son muy fuertes, incluidos los pulmones, pese a que no tuve dificultades respiratorias. Y por eso también la importancia de la hidratación, del reposo, la dieta.

“Hoy, clínicamente estoy dado de alta, generé anticuerpos y doné plasma, pero la normalidad no regresa a tus órganos con la misma rapidez. Incluso por eso diseñamos aquí en Chiapas una plataforma de orientación a distancia donde a partir de los síntomas y la comorbilidad, un médico te orienta para que no llegues tarde al hospital.

Es muy fuerte lo que se vive con el Covid. La propia angustia te da la sensación de que te falta aire, te presiona el pecho y entonces confundes o se agravan ciertos cuadros de malestar. Los nervios, la angustia, pueden afectar, por ejemplo, la oxigenación y complicarse todo…

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