La medicina te salva el cuerpo, pero el amor de los demás te salva el alma

A quienes no creen que esto es real, les deseo que nunca tengan que enfrentarlo, porque es una de las experiencias más aterradoras que puedan imaginar

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María sobrevivió al Covid-19, pero también cambió su vida por completo. A sus 26 años narra que la enfermedad es una de las cosas más horrendas que he experimentado. El dolor es insoportable, al grado de que no toleras ni el roce de la bata o las sábanas. La luz te molesta y es muy difícil mantener los ojos abiertos.

La madrugada del 25 al 26 de abril supo que algo andaba mal. Tras una videoconsulta con un médico, quien la alertó de su dificultad para respirar y de un elevado grado de deshidratación, acudió al Hospital General Dr. Rubén Leñero, donde permaneció una semana en terapia intensiva.

No me derrumbé, en medio de ese terrible aislamiento en el que no sabes de nadie, por la bondad de enfermeras y médicos. Son quienes te toman la mano si lloras, te alimentan y te bañan. Creo que confiar en la bondad de los demás es lo que te salva en esos momentos, afirma.

Antes de acudir a la sala de urgencias, María tuvo un dolor de huesos impresionante. Entre el 23 y 24 de abril comencé con dolor, ardor y moretones en la punta de los dedos de los pies. Como hago ejercicio, pensé que quizá me había esforzado demasiado, pero después vino una fiebre que no se me controlaba. Pasé de 38.8 a 39.5 grados en muy poco tiempo. Tomé baños de agua fría y paracetamol, pero nada funcionó.

Fue cerca de las tres de la mañana cuando llamó al 911, recuerda. “Empecé a estar muy desorientada, nunca tuve la sensación de que me faltaba el aire o de que no podía respirar. Ya en la sala de urgencias del hospital, la doctora que me atendió me dijo: ‘Tienes una saturación de oxígeno de 70, cuando lo normal es de 95’. Tenía un problema respiratorio grave y no me había dado cuenta”.

Antes de internarme, agrega, despedirme de mi mamá fue muy difícil. Llegaron las enfermeras, me ayudaron a cambiarme y me llevaron a hacerme una tomografía que confirmó el daño en mis pulmones. Desde ese momento, prácticamente sólo puedes estar boca abajo, tanto en el hospital como en casa.

Tras conocer las agresiones a enfermeras y personal de salud, subraya que se me hace incomprensible, porque siempre buscan que estés lo mejor posible. En mi caso, la luz de la habitación me lastimaba mucho, así que como pudieron me hicieron un antifaz. Un enfermero me hizo un abanico con cajas de medicamento, pues por mi elevada temperatura no soportaba el calor. Creo que fue por todo ese cariño y apoyo que no me vine abajo, y más cuando te toca presenciar la muerte de un paciente que sabes que tiene la misma enfermedad que tú.

Desde hace una semana María se recupera en su casa. Sigue en aislamiento y con una nueva realidad. A su egreso le notificaron que sufre daño renal y que quizá se ha hecho resistente a la insulina. Además de que los medicamentos aplicados elevaron su presión arterial, por lo que aún no sabe si se mantendrá con diagnóstico de hipertensión.

El Covid cambió mi vida, afirma. Yo era una persona sana, y si esta enfermedad le hizo esto a mi cuerpo, qué hará cuando tienes una complicación.

A la gente que está pasando por esto, agrega, les pido que tengan mucha fuerza, temple y que confíen en la bondad de los demás. La medicina te salva el cuerpo, pero la bondad y el amor de los demás te salva el alma. Y a quienes no creen que esto es real, simplemente les deseo que nunca tengan que enfrentarlo, porque es una de las experiencias más aterradoras que puedan imaginar.

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