La realidad detrás de los datos que usa el gobierno para asegurar que la pandemia está controlada

Las autoridades sanitarias ignoran situaciones reales de contagios y decesos

infobae.com

El 4 de junio de 2020, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, dibujó una serie de escenarios posibles para el desarrollo de la pandemia por coronavirus en México. El más controvertido fue el escenario “catastrófico” de 60 mil muertes por el virus. México alcanzó ese escenario el fin de semana pasado. Sin embargo, las autoridades sanitarias y gubernamentales insisten en que la pandemia está controlada.

Por otra parte, diversas voces en la academia y entidades internacionales aseguran que la situación en México es más grave de lo que parece. El viernes, Mike Ryan, director del Programa de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, dijo que la pandemia en el país está “subrepresentada” por las cifras oficiales.

La controversia entre una pandemia controlada y una crisis invisible descansa en los datos observados y la interpretación de los mismos. Por una parte, la estrategia oficial de López-Gatell se enfoca en la conservación de la capacidad hospitalaria. Para las autoridades, mientras el sistema no esté “desbordado”, no hay problema. Este lunes, el subsecretario dijo que la “obsesión” con el conteo total de fallecimientos representa un enfoque incorrecto. Dice que esos fallecimientos son consecuencia de las políticas de salud pública pasadas que permitieron diversas epidemias crónicas como la diabetes, la obesidad y la hipertensión.

Del otro lado, la crítica reconoce que si la estrategia no sirve para salvar vidas, entonces no sirve. De acuerdo con esta oposición, los protocolos del gobierno federal están hechos para subestimar la gravedad de la crisis. Recientemente ha incrementado el enfoque en uno de los puntos de discusión más importantes del debate, la cantidad de pruebas.

(Captura: Twitter @doctormacias)

(Captura: Twitter @doctormacias)

El doctor Alejandro Macías, que encabezó la estrategia de control de la influenza en 2009, en entrevista con el programa Por la mañana de Ciro Gómez Leyva, resaltó la afirmación de Mike Ryan y dijo que las pruebas de detección realizadas por el gobierno son insuficientes. México es el país que menos pruebas ha realizado durante la crisis. Pero Gatell dijo desde el inicio que más pruebas son innecesarias.

Método centinela y ocupación hospitalaria

La estrategia federal para el control de la pandemia tiene como objetivo principal mantener la capacidad de los hospitales para recibir pacientes. Por eso, el porcentaje de ocupación hospitalaria es uno de los datos críticos para decidir sobre la suspensión o reanudación de actividades, el cambio de semáforo.

Ese enfoque también explica los criterios que un paciente debe cumplir para recibir una prueba que detecte si tiene Covid-19. Para empezar, el paciente tiene que estar hospitalizado, luego, debe presentar dos de los siguientes síntomas: dolor de cabeza, fiebre mayor a 38° centígrados en los últimos 7 días o tos. Si tiene dos de esos, debe tener, también, tres de los siguientes síntomas: dolor de garganta, dolor corporal, pérdida de gusto u olfato, conjuntivitis o diarrea (estos últimos síntomas fueron agregados el 17 de agosto, por lo que antes el criterio era más reducido). Si ya cumplió con esos tres criterios, además debe sufrir de alguna comorbilidad (hipertensión, obesidad, asma) o factor de riesgo (inmunosupresión o ser adulto mayor). La población que “aprueba” ese protocolo recibe una prueba.

López-Gatell asegura que no es necesario tener más diagnósticos porque los pacientes asintomáticos o con síntomas leves no representan una amenaza para la ocupación hospitalaria. Su método centinela consiste en estimar el total de contagios a partir de ese porcentaje tan específico de casos positivos. También reconoció que su estrategia está diseñada para tener una pandemia larga, ya que sólo busca atender lo que pasa en los hospitales.

Algunos de los datos a los que el subsecretario recurre con mayor frecuencia son los número de contagios y decesos por cada 100 mil habitantes, en México éstos son relativamente bajos porque el país tiene 126 millones de habitantes y, de cierta forma, el total de casos está diluido.

Agosto 20, 2020.  (Foto: REUTERS/Carlos Jasso)Agosto 20, 2020. (Foto: REUTERS/Carlos Jasso)

Total de decesos, contagios asintomáticos y positividad de pruebas

Los contraargumentos a la “estrategia hospitalaria” de Gatell aseguran que esa perspectiva invisibiliza la magnitud total de la pandemia porque deliberadamente ignora lo que pasa afuera de las alas Covid.

Tanto la ocupación hospitalaria como el porcentaje de casos por cada 100 mil habitantes son índices incompletos y con cierto “retraso”. Muchas de las personas que van al hospital sólo lo hacen cuando sus síntomas se han vuelto realmente graves, también hay un alto porcentaje de personas que fallecen en sus casas porque temen ir a los hospitales. Esta última cifra no está reflejada en el conteo oficial de decesos porque son personas a las que nunca les realizaron una prueba.

En julio, la Secretaría de Salud publicó un estudio donde estima el exceso de mortalidad para el periodo de marzo a julio de 2020, es decir cuántas personas más perdieron la vida con respecto del año anterior. El incremento está estimado en 71 mil muertes extra. Hasta esa fecha, las muertes oficiales por coronavirus eran 47 mil 500. La diferencia es de 23 mil 500 decesos que no están clasificados como muertes Covid, pero un gran porcentaje debe serlo.

La priorización de la información hospitalaria también ignora el escenario de la transmisión asintomática. De acuerdo con un estudio de la OMS, los portadores asintomáticos se han convertido en el principal grupo de transmisión del virus. Adultos entre 20 y 40 años tienden a presentar síntomas leves o ninguno, además son el grupo de población que más sale de sus casas. El método centinela no estima este fenómeno.

Fotografía fechada el 28 de abril de 2020 que muestra trabajadores de un crematorio mientras reciben el cuerpo de una persona fallecida por COVID-19, en un panteón de Ciudad de México (México). EFE/Sáshenka Gutiérrez/Archivo
Fotografía fechada el 28 de abril de 2020 que muestra trabajadores de un crematorio mientras reciben el cuerpo de una persona fallecida por COVID-19, en un panteón de Ciudad de México (México). EFE/Sáshenka Gutiérrez/Archivo

Finalmente, está el debate sobre la cantidad de pruebas. Ryan describió una relación de 3 pruebas por cada 100 mil personas en México, lo contrastó con la proporción estadounidense de 150 pruebas por cada 100 mil.

Para aclarar el impacto estadístico sirve un ejercicio mental. Si hay dos habitaciones con 100 mil personas en las que hay un número desconocido de contagios, la habitación que sólo realiza pruebas a 3 personas definitivamente tendrá menos resultados positivos que la que realiza 150. El máximo de contagios detectables en la primera habitación es 3, en la segunda es 150. Una de las dos habitaciones está gravemente subrepresentada.

El mejor indicador para conocer si el número de pruebas es suficiente es el porcentaje de positividad, es decir, la proporción de personas que reciben un examen covid y resultan positivas. En México, esta positividad es del 50 por ciento. La OMS recomienda un índice de positividad menor a 5 por ciento.

Una mayor cantidad de pruebas sirve para representar mejor a la población y, por lo tanto, el impacto real del virus. Una positividad que corresponde a la mitad de la población es como dibujar el mapa de una ciudad parándose en una esquina.

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