Lo que le pasa al cerebro cuando se nos olvida lo que íbamos a decir

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El cerebro a veces nos juega malas pasadas dejándonos en la estacada.Por jemplo, cuando te encuentras a algún conocido y eres incapaz de recordar su nombre, o cuando en medio de una conversación se te olvida lo que ibas a decir. Qué rabia da, ¿verdad?

Puede que te suenen estas situaciones y creas que estás experimentando pérdida de memoria. Y es que todos olvidamos nombres, fechas o perdemos cosas, como las llaves o las gafas. Podría no ser nada o ser un síntoma habitual que caracteriza los procesos de deterioro cognitivo.

En España, tres millones de personas mayores de 65 años padecen Deterioro Cognitivo Leve (DCL), que se define como “el declive de las funciones cognitivas en grado leve, ya sea debido a las alteraciones atribuibles al proceso fisiológico del envejecimiento o a otros factores, sin ser de suficiente intensidad como para establecer el diagnóstico de demencia“.

Pero, ¿se puede saber si se trata simplemente de un olvido casual sin importancia o si esos despistes cotidianos son un indicio de deterioro cerebral?

Según nos cuentan los neurólogos, en muchas ocasiones esos ‘olvidos’ no tienen que ver con el deterioro cognitivo sino con una función natural del cerebro que interrumpe el pensamiento y nos hace perder el hilo. Mucha gente suele creer que tiene deterioro cuando aparecen estos lapsus de pensamiento, pero no siempre es así.

“Todos tenemos momentos en los que el nombre o el título de una película está justo en la punta de la lengua, pero esos eventos son diferentes de los tipos de lapsus que pueden ser señales de advertencia de demencia”, apuntan expertos en geriatria del Johns Hopkins Medicine.

Como sabrás, nuestra memoria es selectiva. “Olvidar es una función normal del cerebro, es algo fisiológico porque si lo recordáramos todo sería un grandísimo problema”, asegura el doctor Alberto Villarejo, del grupo de Neurología de la Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Así lo confirmaba un trabajo realizado por el neurocientífico Adam Aron, de la Universidad de California, en San Diego, en colaboración con la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, en el que se establece la conexión entre el núcleo subtalámico (un parte del cerebro medio que se activa cuando es necesario detener la acción que estamos haciendo) y el olvido de lo que estábamos a punto de decir después de un evento inesperado.

Los investigadores creen que podría tratarse de una función de adaptación del cerebro. Este mecanismo para detener la acción y el pensamiento, podría haber evolucionado hace mucho tiempo como una manera de “resetear” nuestra cognición y permitir que se centre en algo nuevo.

Es decir, que existen diversas teorías y factores que pueden desencadenar esos despiestes. Por un lado, el olvido de lo que estábamos a punto de decir puede deberse a que “un acontecimiento inesperado borra lo que estábamos pensando”. Puede ser un ruido, como el teléfono, el timbre de la puerta, el ladrido de un perro, o el llanto de un niño… También por alguien que pasa muy cerca nuestro y nos sobresalta.

Ante este imprevisto, el cerebro se para en seco y todos sus pensamientos cesan momentáneamente para valorar la gravedad o importancia de ese evento distractor. Es un sistema de frenado natural o lo que los psicólogos llaman, el ‘descarrilamiento del tren de pensamiento’.

Un fenómeno con un curioso nombre que se debe a que “las ideas, a lo largo de un discurso, están unidas unas a otras, como los vagones de un tren y una distracción puede hacer que perdamos el hilo de nuestros pensamientos”, según publica La Mente es Maravillosa.

Y el responsable del descarrilamiento de nuestras ideas es el sistema de frenado del cerebro, el mismo que nos hace quedarnos paralizados cuando se produce algo inesperado en la vida diaria que nos sobresalta, como, por ejemplo, el sonido de la bocina de un coche cuando vamos a cruzar una calle.

Hay evidencias de que el mismo sistema del cerebro que participa en la interrupción del movimiento de nuestro cuerpo es el que también interrumpe el pensamiento y nos hace perder el hilo.

Otra de las causas de estos despistes cotidianos tiene que ver con la ubicación espacial. “La memoria se codifica en un lugar determinado. Si estoy en el salón y voy a la cocina a por unas tijeras, cuando cambio de estancia ya he salido del lugar donde se creó el recuerdo, por lo que este se desvanece. Si no recuerdo que he ido a por las tijeras, la mejor técnica es volver al salón”, añade Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y experto en salud cerebral.

Por eso, “no recordar dónde se ha dejado el móvil no es un problema de memoria, sino que uno lo deja cuando estaba haciendo otra tarea y lo hace de modo inconsciente”, apunta el Dr. Villarejo.

También entran en juego otros factores como el estrés, un día muy ocupado, dormir mal e incluso algunos medicamentos, que pueden causar ‘interferiencias’ en nuestro cerebro.

Ahora bien, todo esto que te hemos contado no evita que, en ocasiones, el olvido deje de ser un mecanismo de optimización cerebral para dar pistas de un claro deterioro cognitivo. Y es que cuando alcanzamos una edad avanzada, el rendimiento de nuestra memoria suele sufrir un declive. Este fenómeno, tal y como apuntábamos al principio, se conoce como “deterioro cognitivo relacionado con la edad” o “trastorno cognitivo leve”. Y se trata de un olvido común que ocurre en personas sanas.

Es normal que las personas que lo experimentan se quejen y muestren su inquietud pero se trata de un proceso natural, no patológico, que la afecta a la memoria cotidiana (no recordar que teníamos una cita o dónde hemos dejado algún objeto) sin alterar ninguna otra función cognitiva. Por lo que el impacto en la vida del individuo es mínimo.

La cosa cambia cuando además de fallos en la memoria, empiezan a aparecer problemas de comunicación, de orientación, de razonamiento y de conducta. Por ejemplo, de vez en cuando, todos olvidamos qué día de la semana es, pero lo recordamos enseguida. Por el contrario, si no sabes qué día o que hora es (aunque intentes averiguarlo) y no puedes recordar citas a pesar de ponerlas en el calendario o haber recibido numerosos avisos por parte de la familia… malo. En estos casos probablementes estemos ante una demencia. Por eso es importante no esperar y acudir al especialista en cuanto detectemos estos pequeños cambios, antes de que lleguen episodios de agresividad, desconfianza o actos inapropiados.

Es normal poner las cosas en el lugar equivocado, darse cuenta del error y volver sobre nuestros pasos para recuperarlas. Lo que no lo es normal es ser incapaz de averiguar dónde podrían estar esas pertenencias perdidas, poner las cosas en lugares cada vez más inusuales y sospechar, sin evidencia, que las personas que viven contigo te las han robado.

Otra situación muy común es perderse mientras conduces, caminas o vas en transporte público a un lugar nuevo. Pero conducir o caminar durante mucho tiempo sin darse cuenta de que estás perdido u olvidar por completo dónde estás, y no pedir ayuda, podría ser un signo de demencia. Como también lo es desorientarse en lugares familiares o perder la capacidad de leer un mapa o seguir las señales de tráfico.

El reconocimiento precoz del DCL es muy importante, porque, en algunos casos, existe una causa tratable y permitirá incluir medidas preventivas, medidas terapéuticas y planificar los cuidados. Entre las medidas preventivas y terapéuticas frente al deterioro cognitivo, destaca el papel de la intervención nutricional que puede ayudar a preservar la salud cognitiva en estos pacientes el mayor tiempo posible.

En definitiva, la mayoría de las veces, los lapsus de memoria no son motivo de preocupación. Pero si los despistes van a más y estás preocupado por ti o por un ser querido, vale la pena hablar con tu médico.

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