Lola ‘La Chata’, de vender ropa y chicharrones a ser una de las pioneras del narco en México

Vendía chicharrones en un canasta donde escondía paquetes de marihuana, morfina y heroína
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‘La Chata’ quizá sea la primera mujer en ser jefa del narcotráfico en México. Su apogeo lo tuvo entre las décadas de 1930 y 1950, y logró su fortuna al vender “ropita y baberos”.

María Dolores Estévez Zuleta era el nombre de Lola ‘La Chata’ y era oriunda de la Ciudad de México. Nacida en 1906, durante su juventud, Dolores ayudaba a su madre a trabajar en un puesto donde vendía café en La Merced, mientras ella vendía chicharrones en una canasta.

Sin embargo, al cumplir 13 años, Lola comenzó a trabajar en el mundo del narco con la distribución de pequeñas dosis de marihuana, morfina y heroína, las cuales llevaba escondidas entre las bolsas de chicharrones que llevaba en su canasta.

Cómo aprendió ‘La Chata’ las mañas del narco
Lola ‘La Chata’ aún era menor de edad cuando se inició en la vida nocturna dentro de un cabaret. En aquella vida galante conoció a Castro Ruz Urquizo, un hombre que conocía bien el negocio de la distribución de drogas ilícitas.

La joven Dolores viajó entonces con Ruz Urquizo a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde aprendió los procesos del narcotráfico.

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Con el conocimiento ganado en sus días en La Merced para conocer los gustos y las necesidades de sus clientes adictos, ‘La Chata’ combinó su nuevo conocimiento para “emprender” su propio negocio en su regreso al Distrito Federal en la calle de San Simón, muy cercana a La Merced.

Lola ‘La Chata’ se casó entonces con José Trinidad Jaramillo, un expolicía que ahora se dedicaba al narcotráfico quien gracias a sus contactos que conservaba en la policía, podían operar sin ser molestados gracias a los sobornos que hacían a los uniformados.

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‘La Chata’ fue detenida en 1947, uno de sus más de 117 procesos que tuvo Foto: Especial
Paulatinamente el imperio de ‘La Chata’ tomaba fuerza mientras era querida por sus vecinos y gente que la conocía que la describían como una mujer que ayudaba a los más necesitados. La narco era devota de la Virgen de San Juan de los Lagos de Jalisco, y cada año enviaba un carro lleno de flores hasta dicho estado.

Lola ‘La Chata’ siempre estuvo rodeada por gente de la policía cuando después de divorciarse de Jaramillo, se volvió a casar ahora con un agente del Servicio Secreto, Enrique Antonio Escudero en la década de 1940.

‘La Chata’ tuvo ocho ingresos al reclusorio, pero nunca dejó de operar
Las drogas que tenía eran para su uso personal y su fortuna venía de vender “ropita” y baberos, aseguró María Dolores Estévez durante una entrevista para El Universal.

Lola acumuló 117 procesos y siete ingresos al reclusorio por delitos contra la salud y uno más por allanamiento de morada; sin embargo, la narco siempre eludía a la justicia con amparos, por esconderse y por sus influencias con miembros de la justicia mexicana.

Durante sus arrestos, Lola jamás dejó de operar a su organización aún estando presa en la famosa Penitenciaría de Lecumberri, donde iban presos los delincuentes más peligrosos.

El 4 de abril de 1957, Lola fue arrestada por última vez por la policía dentro de su domicilio cuando salía de su recámara para el patio de su hogar. ‘La Chata’ iba en posesión de varias alhajas valiosas y con casi 3 mil 500 pesos en efectivo.

Durante el interrogatorio de su detención, Lola siempre negó que fuera traficante de drogas y aseguró que habían muchos traficantes que estaban en las calles y que a ellos deberían ir a buscar. Pasarían un par de años de aquel arresto para que finalmente, Lola ‘La Chata’ perdiera la vida por un paro cardiaco, sin que haya cumplido alguna condena por el tráfico de drogas.

Lola ‘La Chata’ sería recordada como la ‘abuelita del narcotráfico’, una de las pioneras del narco en México.

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