Mujer pasa 18 días de terror con un hombre que conoció en redes sociales

En Navidad, ambos cenaron en su casa porque el sujeto la golpeó durante días, hasta que su rostro y cuerpo estaban irreconocibles. Él en un minuto la llamaba “amor” y al siguiente segundo la golpeaba.

proceso.com.mx

CIUDAD DE MÉXICO (apro).– El 16 de diciembre de 2022, Lorena, de 25 años, viajó de Neiva a Bogotá, en Colombia, para conocer en persona a José Antonio Barba Riaño, de 34 años, a quien conoció en Facebook.

Jamás se imaginó que el hombre del que se enamoró la iba a golpear durante 18 días hasta dejarla irreconocible, narró al diario El Tiempo.

“Hasta ese momento ningún hombre me había tratado con tanto cariño. Él era muy tierno”, dijo Lorena sobre José Antonio.

Ella trabajaba en la alcaldía de su ciudad y estudiaba Ingeniería en Alimentos. Él se presentó como un analista de nómina que trabajaba en un banco desde hacía 18 años.

Lorena buscaba un hombre bueno, juicioso, con metas y eso le gustó del extraño de Facebook. Él la trató con delicadeza y la convenció de pasar las fiestas navideñas juntos. Por eso viajó a Bogotá y porque soñaba en conocer la capital.

Ese día, él la recogió cuando llegó y fueron al barrio Las Cruces, en la localidad de Santa Fe, donde dijo que vivía junto con su familia, pero en una casa que le permitía ser independiente. “No me pareció bonito, pero igual lo que buscaba era una buena persona, no había viajado con interés”, indicó Lorena.

Los primeros días fueron “normales”, hasta que, un fin de semana, fueron a comprar alimentos para la cena y Lorena no supo qué comprar porque no era buena cocinando. “Entonces, él se puso histérico, me decía que lo estaba humillando, que era una inútil, una imbécil. Al llegar a casa me pegó en el rostro por primera vez”, contó.

Lejos de huir, Lorena estaba enganchada psicológicamente. Salía a la calle con gafas para que no vieran sus heridas. No quería escaparse.

En Navidad, ambos cenaron en su casa porque su rostro y cuerpo estaban irreconocibles. Él en un minuto la llamaba “amor” y al siguiente segundo la golpeaba.

Después, él le curaba las lesiones, le compraba medicinas para que sanara y luego la volvía a torturar en las heridas abiertas. “Él está loco. Yo no puedo entender por qué actuaba así”, señaló.

Barba Riaño la convirtió en una esclava a su servicio. Con amenazas, la obligó a prepararle el almuerzo, lavarle la ropa, alistarle el cepillo de dientes y despertarlo a la hora que él dijera. Manipuló sus redes sociales, la alejó de sus contactos y le dijo que volvería a ver a su familia hasta que fueran una pareja estable, y eso podría ocurrir después de tres años.

“Todos los días le rogaba que me dejara de pegar, pero antes lo hacía con más fuerza usando un celular. Tuve mis labios destrozados, me mordía las piernas y los brazos, me lastimaba en el abdomen. Muchas veces tuve dificultades para respirar y dormía con la boca abierta”, dijo.

Pero el domingo 18 de enero tuvo un momento de lucidez. Planeó cómo escapar. Barba Riaño le dijo que iría a montar en bicicleta con un amigo y le preguntó si estaba de acuerdo. “Era extraño. Me decía que no quería ir porque me veía enferma, pálida, que me quería cuidar. ¡Estaba así por todos sus golpes!”, afirmó.

Lorena le dijo que se fuera tranquilo, que estaba bien. Alistó su uniforme y lo levantó a las 5:50 de la mañana. Como lo despertó 5 minutos tarde, la golpeó y se volvió a dormir hasta las 6:10 de la mañana. Cuando se levantó le advirtió que le daría un puñetazo por cada minuto que se había atrasado. “Fueron 25. Quedé irreconocible”, contó.

Al quedarse sola, salió de la casa danto tumbos sobre el pavimento. Se tropezaba con cualquier cosa. Pidió ayuda a una iglesia cristiana, pero se la negaron. Fue hasta que llegó a un Comando de Atención Inmediata (CAI) donde la ayudaron.

La llevaron a una clínica donde estuvo varios días hospitalizada. Al salir, recibió un dictamen de Medicina Legal y radicó su denuncia en Puente Aranda. Había sufrido lesiones en la cabeza, la cara, las piernas, los brazos y las costillas. El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses le dio una incapacidad por 45 días.

“Luego de todo esto, por fin pude regresar a Neiva. Fue como volver a nacer después de 18 días. Supe que cuando la mamá de él se enteró, dijo: ‘No lo conozco, no tuve hijos para que les hicieran esto a las mujeres’.

“Nadie merece ser torturado como lo hicieron conmigo. Fui completamente pisoteada. Muchos me juzgan, pero yo solo quería tener un hombre bueno a mi lado”, añadió.

Barba Riaño ya tenía antecedentes de agresión. Pero por lo que hizo con Lorena, los investigadores de la fiscalía colombiana lo capturaron y un fiscal de la Seccional de Bogotá lo presentó ante un juez de control de garantías, imputándole el delito de tentativa de homicidio.

El sujeto no admitió el cargo. Se le dictó prisión preventiva. El 30 de enero, la fiscalía logró su judicialización como presunto responsable de atacar de manera sistemática y causarle graves lesiones a la joven que conoció en redes sociales, es decir, a Lorena.

Aparece otra víctima: Nury

Después de que se conoció el caso de Lorena, otra mujer, Nury Arévalo Giraldo, de Tunja, contó que también fue víctima de Barba Riaño.

Lo conoció cuando ambos salían del centro comercial Panamá, en Bogotá, para montar bicicleta. Dijo que él tenía una personalidad narcisista. “Desde el comienzo fue celoso y posesivo conmigo pero, como a mí me gustaba yo, de alguna manera, dejaba pasar esas señales de alerta”, consideró.

No le gustaba que hablara con otros ciclistas y vigilaba cada conversación que tenía. “Un día, después de estar disfrutando en la cascada del Tambo, me cogió del rostro con fuerza y me dijo: ‘siga coqueteando y verá que me va a perder’”.

Empezaron a pelear porque él negaba tener una relación con ella. En un ataque de ira, reventó su celular contra el piso y la abandonó en un lugar lejano.

“Él me comenzó a coger como un saco de boxeo. Como estoy en tratamiento de ortodoncia mi rostro quedaba destrozado. Mi nariz y mis ojos fueron los más afectados”, comentó.

Contó que un día fue a su casa con un rodillo por si la golpeaba, pero cuando le preguntó para qué era y le dijo la verdad, se lo quitó y le pegó con mucha fuerza. “Te vas a dejar pegar o te va a ir peor”, le advirtió.

Señaló que la relación terminó cuando entró a trabajar porque se dio cuenta del círculo de violencia en el que vivía y, cuando leyó la denuncia de Lorena, interpuso una denuncia ante la fiscalía.

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