Régimen golpista acusa a Evo Morales de sedicioso y terrorista

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La Paz. ¿Una ruta, una salida con el Movimiento al Socialismo (MAS) pero sin Evo Morales? La Cámara de Diputados sesiona con salón lleno luego de un mes sin hacerlo. Sí, justo hace un mes fue la elección que encadenó protestas en las calles, conspiración de los poderes fácticos, traición de los mandos policiales, sugerencia militar y exilio para el primer presidente indígena de Bolivia.

Sedicioso, terrorista, autor de crímenes de lesa humanidad, así lo llama hoy el ministro Arturo Murillo, cara ruda del régimen de facto, que ofrece como prueba un video donde se mira a un líder cocalero sostener una charla telefónica con alguien que, según los administradores del golpe, es Evo Morales.

El presidente en el exilio responde desde México: Algunos no aceptan que los indios gobiernen.

En la Cámara de Diputados no hace falta que lo acepten. Dos indígenas, ambos militantes del MAS, asumen la presidencia y la vicepresidencia del órgano legislativo que, en un escenario posible pero no seguro, designará a los nuevos jefes del INE boliviano, el Tribunal Supremo Electoral (TSE), quienes tendrán a su cargo la organización de los nuevos comicios, una vez que el mismo Congreso lance la convocatoria.

Vista desde arriba, que es donde dejan entrar a la prensa, la sala de sesiones es de mayoría indígena. Así lo indican las trenzas, los sombreros de bombín de las diputadas, las whipalas en las curules de la mayoría masista. Bueno, en rigor, corresponde a un país donde 62 por ciento se reconoce indígena.

La mayoría se impone fácilmente. El MAS tiene dos tercios de la Cámara de Diputados. Parte de la oposición vota en blanco.

La diputada a cargo de presentar la propuesta dice dos líneas sobre el papel que la ciudad de El Alto ha jugado en las luchas sociales bolivianas y propone un minuto de silencio por los heroicos ciudadanos caídos el martes. ¿Heroicos? Si querían volar la planta de gas, se escucha en gayola (la versión del gobierno es que los manifestantes que bloqueaban el depósito de hidrocarburos tenían el plan de dinamitarlo).

Todos se ponen de pie y guardan el minuto de silencio por los ocho asesinados de El Alto. Con ellos, la cifra de muertos llegó a 32, casi todos partidarios de Morales (el dato es de la CNDH boliviana, llamada Defensoría del Pueblo).

El propuesto es un hijo de El Alto: Sergio Choque, hombre robusto que ya en días pasados había asumido el papel de cabeza de la bancada del MAS. La fórmula la completa el joven diputado Henry Cabrera, otro liderazgo emergido de la crisis política, que obtiene 85 de 115 votos posibles (la cámara está integrada por 130 miembros, pero varios renunciaron durante los agitados días que siguieron a la elección del 20 de octubre).

Los dos tercios del MAS han viabilizado nuevamente esta sesión plenaria donde estamos todos y todas, sostiene Choque, y pide a los diputados avisar a sus familias que los siguientes días serán de mucho trabajo.

A estas alturas de la crónica parlamentaria conviene subrayar un punto: nadie, en toda la sesión, menciona al exiliado presidente Evo Morales.

La excepción, quizás, es un renunciante diputado opositor que alude a Morales sin nombrarlo y que no está presente. La secretaria del Parlamento lee una carta de renuncia en la que se habla de un fraude monumental, de un régimen nefasto y de las intenciones de alguien de perpetuarse en el poder.

Los diputados del MAS no hacen gestos ni responden.

El Senado sesiona simultáneamente y recibe, del gobierno de facto, un proyecto de ley para convocar a elecciones (los vocales del TSE, equivalentes a los consejeros del INE mexicano, son nombrados por ambas cámaras).

El paso previo, claro, es declarar nulas las elecciones de hace un mes, que Morales ganó, según cifras oficiales, con más de 10 puntos de ventaja, y que luego fueron cuestionadas por la oposición y por un informe de la OEA.

Será un camino largo para un país en crisis, con 71 bloqueos carreteros que han estrangulado a La Paz y Cochabamba.

Una vez nombrados los vocales –lo que puede ocurrir en dos semanas–, el Congreso debe convocar a nuevas elecciones y el TSE encargarse de organizarlas.

El joven diputado Cabrera, representante de Santa Cruz, masista en un terriotrio opositor, toma el micrófono, de pie en un extremo del salón. Pide que las nuevas autoridades electorales sean la transparencia pura y que el ejército y la policía se replieguen.

Luego, se arranca con el deslinde: Estamos listos, como MAS para ir a nuevas alecciones… Nosotros hacemos leyes, pero no administramos elecciones; no somos responsables de lo que haya ocurrido en el país en los comicios del 20 de octubre”.

Admite Cabrera que en su región ha participado en acciones para levantar bloqueos y que posiblemente algunos me llamarán traidor. Si preferir que no haya más matanzas es ser traidor, soy traidor.

Se va de largo. Arranca aplausos de su propia bancada y de los opositores cuando se refiere a la élite que mandaba en la cámara, cercana al gobierno de Morales (según explica un colega boliviano): He sido muy crítico de esas amiguitas y amiguitos que se paseaban por todo el mundo y nunca iban a sus territorios electorales.

En el entorno de Evo Morales suelen decir que en tiempos de crisis cualquier disidencia es traición, pero la ausencia del presidente y su círculo más cercano, parece haber afectado el espíritu de cuerpo y la disciplina.

Las fisuras internas no son tan claras entre las bases que siguen poniendo cuerpo y alma. Arriba, en El Alto, ayer enterraron a sus muertos entre reclamos de justicia. En las redes sociales circularon videos de la llegada de contingentes a la comunidad de Senkata. No están solos, no están solos, gritaban en las calles.

Movilización-negociación, el horizonte posible de los masistas sin Evo Morales.

En todo caso, si no usan esa vía, el gobierno de facto podría recurrir al expediente del decreto supremo y convocar a elecciones sin necesidad del Parlamento. Los masistas a cargo parecen haber optado por el menor de los males.

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