Otro tiroteo en EU y de nuevo nadie hará nada

*Otra vez, es el coro, seguido por habrá otro y acaba con no se hará nada. Diecisiete muertos en una preparatoria en…

jornada.unam.mx

Nueva York.

Otra vez, es el coro, seguido por habrá otro y acaba con no se hará nada. Diecisiete muertos en una preparatoria en Parkland, Florida, lo cual coloca la tragedia entre los 10 tiroteos masivos más letales en la historia moderna del país (tres de los cuales han ocurrido en los pasados cinco meses).

El presidente Donald Trump, gran defensor de la libertad de tener las armas, se pronunció este jueves sobre el incidente, y anunció que pronto irá al lugar donde ocurrió el tiroteo para reunirse con los familiares. Sin embargo, evitó hacer cualquier mención sobre tomar medidas, y menos aún respecto a impulsar una legislación para controlar el acceso a las armas. Y como es costumbre con los defensores de la libertad de portar armas, atribuyó el incidente a los problemas mentales del sospechoso, y no a la falta de leyes y controles sobre las armas, afirmando que trabajará con autoridades estatales y locales para ayudar a hacer que nuestras escuelas sean seguras y enfrentar el difícil asunto de la salud mental.

O sea, el país con la mayor violencia por armas de fuego en el mundo desarrollado continuará haciendo nada para prevenir el próximo tiroteo en una escuela (donde en promedio hay cinco incidentes al mes), o en un centro comercial, en un cine, en un estacionamiento u otros lugares públicos.

Son las mismas escenas, sólo cambia la ubicación. Ya todos saben qué hacer, ya lo han visto antes en televisión: declarar alerta roja, cerrar y hacer barricadas en cada salón, esperar hasta que la policía ordene la evacuación, salir en fila con las manos arriba, esperar a ser revisado y después enviado a un área para reunirse con familiares enloquecidos de preocupación, ser entrevistado por los medios, esperar los saldos de muertos y heridos, empezar a ver quién o quiénes fueron los responsables y cuál era su perfil, qué se decía de ellos y qué habían subido a sus cuentas de redes sociales, hasta ver llegar a las brigadas de especialistas en tratar traumas sicológicos y ofrecer terapia de duelo.

Ningún padre debería jamás tener que enviar a su hijo a la escuela para no verlo regresar, comentó Robert Runcie, superintendente de las escuelas del condado Broward. Esta frase, todas las frases de este tipo, se han vuelto comunes.

Y es que esto se repite sin cesar. Los datos abruman, y más porque cada uno es prueba de que nada se ha hecho para controlar el fenómeno de los tiroteos masivos (incidentes públicos donde cuatro o más personas son heridas o asesinadas).

Contando sólo balaceras en escuelas y universidades –después del hecho que conmovió al mundo cuando 20 niños de primero de primaria y seis adultos de la escuela Sandy Hook fueron asesinados por un joven en Newtown, Connecticut, en diciembre de 2012–, se han registrado en promedio unos cinco tiroteos en sedes académicas cada mes. En total, en 239 incidentes –no todos han sido masivos– a lo largo del país, 438 personas han recibido un impacto de bala, de los cuales murieron 138, según la organización Gun Violence Archive.

Se tiene reporte de por lo menos mil 607 tiroteos masivos (ocurridos no sólo en escuelas) desde 2013 con por lo menos mil 846 muertos y 6 mil 459 heridos.

En lo que va de 2018, se han registrado 30 tiroteos masivos (incluidos los que han sucedido en escuelas), según la mencionada organización. En 2017 se alcanzó un total de 346. El número de incidentes de violencia con armas de fuego de todo tipo (no sólo tiroteos masivos) en Estados Unidos el año pasado fue de 61 mil, 497 con 15 mil 590 muertos y más de 31 mil heridos (www.gunviolencearchive.org).

Everytown for Gun Safety, otra organización dedicada a estudiar este fenómeno, mide todo tipo de incidentes en los cuales un arma es disparada en una sede académica, y con este criterio calcula que, desde 2013, sucede en promedio un incidente de este tipo por semana.

Apróximadamente 32 mil personas mueren por armas de fuego (incluidos suicidas) cada año en Estados Unidos. En promedio fallece una persona cada 15 minutos por violencia de arma de fuego.

En este caso de Florida, como en tantos otros, las armas fueron adquiridas legalmente. El atacante, Nikolas Cruz, de 19 años, quien había sido expulsado de esa preparatoria, obtuvo su rifle semiautomático tipo AR-15 de manera legal. En Florida, cualquiera mayor de 18 años puede comprar un rifle si no tienen antecedentes criminales. Esa arma está diseñada para disparar a múltiples objetivos en batallas militares. En otros caso, cuando los responsables son jóvenes, tienen acceso a armas adquiridas legalmente por sus padres.

Se calcula que hay poco más de 300 millones de armas de fuego en manos privadas en Estados Unidos, suficiente para armar a cada habitante del país.

Estados Unidos es número uno –y por mucho– en violencia de armas de fuego en el mundo desarrollado. Una de las razones obvias de esto –pero no es necesariamente la determinante– es que tiene una de las poblaciones más armadas, con un análisis de hace unos años que registra que con una población que representa 4.43 por ciento de la mundial, los estadunidenses son dueños de aproximadamente 42 por ciento de las armas en manos privadas en el mundo. Sin embargo, según sondeos del Centro de Investigación Pew, esas armas están concentradas en una minoría (datos de 2010 registran que 34 por ciento de la población tiene un arma en casa).

Según Nicholas Kristof, columnista del New York Times, más estadundienses han fallecido por violencia de armas de fuego, incluyendo suicidios, desde 1970 –aproximadamente 1.4 millones– que en todas las guerras en la historia estadunidense, entre ellas la de la independencia.

Por ahora, la preparatoria Marjory Stoneman se suma a la lista de matanzas conocidas por el nombre de las escuelas en que ocurrieron, como Columbine y Sandy Hook. Y nadie aquí espera que la cúpula política haga algo para evitar la próxima, y la que sigue después de esa, que sólo alargarán esta lista.

Y los reporteros y analistas tendrán que repetir este ejercicio mientras se evalúa si las amenazas más peligrosas para este país no provienen de los rusos, o los terroristas extranjeros, o los narcotraficantes internacionales, sino de aquí adentro.

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