Tregua de Navidad: cuando el futbol detuvo la Primera Guerra Mundial por una noche

El 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Serbia, asesinaron al archiduque del Imperio Austrohúngaro, Francisco Fernando. La Gran Guerra estalló oficialmente el 28 de julio de 1914. Este hecho, por supuesto, repercutió en distintos campos sociales y el futbol no fue la excepción.
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CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- La tierra de nadie fue el umbral que separaba a dos naciones, dos ideologías, dos bandos en el que a pesar de las diferencias obvias al mismo tiempo eran iguales: seres humanos. La Gran Guerra inició el 28 de julio de 1914; el Imperio Británico, Francia, el Imperio Ruso, el Reino de Italia, Estados Unidos, el Imperio Austrohúngaro, el Imperio Alemán, el Imperio Otomano y el Reino de Bulgaria fueron los principales protagonistas de una de las batallas más hostiles a lo largo de la historia. Pero dentro aquella obra tan trágica hubo un momento para aliviar el dolor y cambiar las armas por un balón.

El dominio sobre los territorios coloniales provocaba roces cada vez más frecuentes entre diversos países que resolvían sus diferencias a través de acuerdos “diplomáticos”, para así disipar cualquier tipo de amenaza mayor, por ejemplo, un conflicto bélico. Las alianzas que se llegaban a formar entre naciones duraban poco y éstas cambiaban frecuentemente dependiendo de los intereses que mejor les convenía.

Sin embargo, a medida que las necesidades expansionistas de las potencias industriales iban en aumento, también lo hicieron las confrontaciones, que al mismo tiempo fueron haciéndose menos controlables. Europa dejó de ser el mapa central para aquéllos que querían más territorio; voltearon y miraron a su alrededor, deseando controlar otros continentes.

A esto se le sumó la inestabilidad interna de cada país. El Imperio Ruso se veía amenazado por una inminente revolución (8 de marzo-8 de noviembre de 1917), el Imperio Austrohúngaro se encontraba en una constante disputa y desgaste por las diversas nacionalidades que le comprendían, mismas que ya no podían ser controladas por el Gobierno. Por su parte, los enfrentamientos políticos nacionales en el Imperio Alemán no hacían más que paralizar su política exterior, mientras que los Gobiernos de Imperio Británico y de Francia, respectivamente, hacían frente a  las exigencias de los obreros que demandaban mayores derechos laborales y mejores condiciones de vida.

Pero sin duda el caso de mayor relevancia era el de los pueblos que se encontraban bajo el yugo de ciertos países y que luchaban por obtener su autonomía. Por ejemplo, el territorio de los Balcanes; hoy día Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia,  Eslovenia (únicamente una pequeña parte al sur del país), Grecia (parcialmente, salvo las islas), Italia (Friuli-Venecia Julia), Kosovo, Macedonia, Montenegro, Rumania (Dobruja), Serbia, y Turquía.

Fue precisamente en una de esas naciones en donde se definió el rumbo de la historia, pues el 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Serbia, asesinaron al archiduque del Imperio Austrohúngaro, Francisco Fernando. La Gran Guerra estalló oficialmente el 28 de julio de 1914. Este hecho, por supuesto, repercutió en distintos campos sociales y el futbol no fue la excepción.

Consecuencias de la Gran Guerra en el balompié

En Gran Bretaña, durante la temporada 1914/15, el Everton fue el club que se alzó con la corona de la Football League First Division (hoy día Premier League). Sin embargo, debido al inicio de la Gran Guerra, el futbol se detuvo durante las campañas de 1915/16, 1916/17, 1917/18, 1918/19; fue hasta la temporada 1919/20 que el balón rodó de nuevo y el West Bromwich Albion se alzó como monarca.

Una de las consecuencias más importantes que tuvo el conflicto bélico en el balompié fue el alistamiento de los futbolistas para que en lugar de correr sobre el césped lo hicieran en las líneas enemigas. Los jugadores cambiaron botines por botas, así como el balón por fusiles, dejaron de resguardar el arco con el alma y empezaron a cuidar con fiereza las trincheras.

Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría con la sociedad corriente, el Gobierno Británico dio a los futbolistas la posibilidad de elegir si ir al campo de batalla o quedarse en casa, justificando que su deber era mantenerse ligados al deporte y llegado el momento volver a entretener al pueblo. Esto causó un gran malestar social, pues la gente consideraba que no debía de existir algún tipo de privilegio para nadie en tales circunstancias.

A partir de ello, la Oficina de Guerra y The FA (Asociación de futbol inglés) crearon el 17º Batallón del Regimiento de Middlesex, también conocido como el “Football Batallion” (el Batallón del futbol), esto con la intención de alentar a los jóvenes a alistarse a la guerra y demostrar que los futbolistas profesionales estaban preparados para “hacer su parte”.

De acuerdo a la página oficial de The FA, Batallón del Futbol, se formó en el Ayuntamiento de Fulham el 15 de diciembre de 1914 y fue integrado por futbolistas profesionales y amateurs, además de árbitros, funcionarios y personal de los clubes, así como por aficionados. Alrededor de 60 clubes de Primera y Segunda división de Inglaterra enviaron 200 jugadores al Batallón de futbol.

La tregua de Navidad

Llegó el 24 de diciembre de 1914, habían pasado ya cinco meses desde el inicio de la barbarie y las hostilidades no habían cesado. Europa se estremecía entre el horror, lamentos y olor a metralla que llenaban de nula esperanza a aquéllos que a cada instante morían un poco.

La Nochebuena tocó la tierra de nadie, y tan repentina como una jugada de alarido se estableció una tregua en uno de los tantos campos de batalla que en ese momento asfixiaba a Europa. Los soldados alemanes y británicos que férreamente luchaban por matarse el uno al otro en la frontera entre Francia y Bélgica forjaron una amistad que perduró en la fugacidad; el motivo para mirarse como seres humanos fue el futbol.

El sargento británico Bernard J. Brooks explicó situación tan peculiar en una carta que envió a su gobierno para hablar sobre lo que ocurría en primera línea:

“Es diciembre de 1914 en el frente occidental. Todo está tranquilo, silencioso. ´La guerra acabará para Navidad´, es lo que todos esperábamos, pero no ha sido así. Hemos luchado hasta llegar a un punto muerto. Durante meses incontables números de soldados han caído. Los cañones, las ametralladoras, el alambre de espino, el fango, han tenido efectos devastadores”.

“El barro se ha congelado, y eso es algo por lo que dar gracias. Y todo está calmado esta noche, todo está silencioso. Podemos oír las canciones y los gritos. La música y las risas. Los alemanes empezaron a cantar y a gritar, todo en buen inglés. Sus bandas tocaban villancicos navideños y el God save the King”.

“Un cuervo graznaba en un árbol en la tierra de nadie, nada más vivía. Era el único árbol que quedaba en pie. Era el día de Navidad, y los alemanes pidieron un alto al fuego. Estaban cansados de hacer la guerra. Ahora todo el mundo, todos los soldados están en tierra de nadie. Y todos van de un lado a otro para felicitarse, con sonrisas en sus rostros y felicidad en sus corazones. ¡Futbol! ¡El futbol en tierra de nadie, por amor de Dios! No es el mejor de los campos, pero había que hacerlo. Teníamos cascos como postes y un balón y dos equipos, ¿qué más necesitábamos?”.

Los ingleses sacaron un balón de las trincheras y así dio inicio el peculiar partido. El futbol como el pretexto de la celebración unió a enemigos a muerte como amigos entrañables.

“No fue fácil jugar en un campo helado, pero seguimos. No teníamos árbitro. Jugamos al mismo juego, nos gusta la misma cerveza, pisamos el mismo suelo. Bajo los uniformes todos somos iguales. Realmente era difícil saber que estábamos en guerra. Ellos como nosotros, tenían madres e hijos, mujeres que les esperaban en casa para recibirles”.

Pero el momento de ser hermanos se fue difuminando y los soldados fueron llamados de nuevo a sus trincheras. Los jugadores se dieron la mano por última vez. A lo largo del tiempo que duró aquel partido no se hizo ningún disparo.

De acuerdo a la carta de Bernard J. Brooks, el encuentro entre alemanes e ingleses terminó 3-2 a favor de los teutones. Aunque el marcador termina por ser algo anecdótico, ya que al menos por una noche ambos bandos fueron vencedores. Y aún esos cánticos navideños, risas, golpes al balón, abrazos fraternales y gritos de gol retumban entre las trincheras de la tierra de nadie.

Según la ONU (Organización de las Naciones Unidas), La Gran Guerra cobró la vida de 8.5 millones de personas.  Y en cifras de la FA, de los 600 miembros que formaron parte del 17º Batallón del Regimiento de Middlesex, alrededor de 500 murieron en batalla.

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