Un doble homicidio y una declaración juramentada

Lleva 28 años en una prisión federal de Estados Unidos, acusado de participar en el asesinato de dos estadunidenses en un restaurante que perteneció a Rafael Caro Quintero, pero Javier Vásquez Velasco dice que las acusaciones en su contra fueron inventadas por Héctor Berrellez, exagente de la DEA.

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Ha purgado 28 años en una cárcel federal en Estados Unidos y siempre ha sostenido que es inocente de lo que se le acusa: el asesinato de dos estadunidenses en Guadalajara en 1985. “He estado en prisión como castigo por ser hermano de Eliseo y Antonio”, escribe Javier Vásquez Velasco a su captor, el agente de la DEA Héctor Berrellez. Y en carta enviada al corresponsal, el reo insiste en que este agente (quien investigó el caso Camarena) inventó los cargos en su contra.

WASHINGTON (Proceso).– Lleva 28 años en una prisión federal de Estados Unidos, acusado de participar en el asesinato de dos estadunidenses en un restaurante que perteneció a Rafael Caro Quintero, pero Javier Vásquez Velasco dice que las acusaciones en su contra fueron inventadas por Héctor Berrellez, exagente de la DEA que estuvo a cargo de investigar la muerte de su colega, Enrique Kiki Camarena, ocurrido el 7 de febrero de 1985 en Guadalajara.

“Era el día 12 o 13 de julio del año 1989, a las 7 de la mañana, estando yo, Javier Vásquez Velasco, en mi casa en el área de South Gate, California”, empieza el relato que hace este hombre en una carta que envía a Proceso desde la prisión federal donde está recluido.

Revisada primero por el Buró de Prisiones y el Departamento de Justicia, que autorizaron la entrega a este semanario, la misiva es una declaración juramentada y firmada por Vásquez Velasco, que hace un recuento de su captura, a la que etiqueta como una patraña inventada por Berrellez.

En julio de 1989, expone el remitente, se encontraba en su domicilio acompañado de su pareja, Rosa Huracha; su hijo, Alfredo Vásquez, que tenía en ese entonces un año; su sobrino Antonio Vásquez Ochoa; la esposa de éste, su cuñada y dos personas más.

“Cuando de pronto se escuchó una fuerte explosión, que fue a causa de un numeroso grupo de agentes de cinco corporaciones, entre los cuales estaba el detective José Martínez, policías locales de South Gate, alguaciles federales, agentes de inmigración, de la DEA; entre ellos el agente Abel Reynoso y Héctor Berrellez”, se lee en el escrito.

Junto con la declaración juramentada, el corresponsal recibió también, de parte de Vásquez Velasco, copia de otro despacho escrito originalmente el 5 de agosto de 2017, pero firmado el 17 de agosto de 2021 y que está dirigido a Berrellez, exagente de la DEA.

El relato que hace Vásquez Velasco no es la primera versión de un presunto involucrado en el caso Camarena que sostiene que Berrellez inventó muchas cosas respecto al asesinato de su colega de la DEA.

Otros personajes detenidos, procesados, sentenciados y que han sido puestos en libertad tras años de estar en prisión, como René Verdugo, dicen que la Operación Leyenda es una falacia inventada por la DEA para encubrir a los verdaderos responsables del asesinato de Camarena.

Operación Leyenda fue el nombre que recibió la investigación a cargo de Berrellez, en la que se señala como corresponsables del homicidio a varios exfuncionarios mexicanos, como Manuel Bartlett, actual director de la Comisión Federal de Electricidad, y a agencias estadunidenses como la CIA, entre otros.

“Después de dos horas de buscar y revisar la casa, me llevaron detenido a mí y a dos hombres más. Ese día llegaron a mi domicilio los agentes con el objetivo de arrestar a Antonio Vásquez Ochoa”, acota el remitente de la carta recibida en la oficina de Proceso en Washington.

Vásquez Ochoa estaba en la mira de la DEA junto con los hermanos de Javier Vásquez Velasco, Eliseo y Antonio, por su presunta participación en el asesinato de dos estadunidenses el 30 de enero de 1985 en el restaurante La Langosta, en Guadalajara.

“Lamentablemente fallaron en su objetivo”, indica Vásquez Velasco en su recuento de hechos ocurridos en julio de 1989 en su casa en California, Estados Unidos, país del cual es residente legal.

“Antonio Vásquez Ochoa ese día se encontraba un poco desvelado y 10 minutos antes de la llegada de los agentes se había ido a descansar a su vehículo, una van, donde se acostó en el piso alfombrado y se quedó dormido. La van se encontraba a 30 pies (9.1 metros) al frente de mi casa”, expone Vásquez Velasco.

Al no encontrar al personaje que buscaban, los agentes estadunidenses se llevaron detenido a Javier, lo interrogaron brevemente y luego de que los agentes de inmigración comprobaran que era residente legal, lo dejaron en libertad; todo esto en menos de 24 horas, de acuerdo con el relato.

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