Luego de ser rescatado, el hombre fue detenido por dos semanas más; regresó a su casa cuatro semanas después de salir a pescar
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Un hombre se perdió en el mar por 11 días y sobrevivió, sin comida y agua, escondido en un congelador. El pescador fue identificado como Romualdo Macedo Rodrigues y fue rescatado del océano Atlántico, luego de flotar dentro de un aparato de cocina.
De acuerdo con las autoridades que lo rescataron, el hombre, de 44 años, salió en su barco de Oiapoque, Brasil; aparentemente quería pescar, pero las cosas salieron mal y regresó a su casa cuatro semanas después de su partida.
Cabe resaltar que el pescador salió de su país natal a finales de julio y regreso a su territorio a finales de agosto, ya que luego de pasar 11 días en el mar, fue encarcelado por 16 días más al llegar a tierra.
Tras recuperar su libertad Romualdo narró a medios de comunicación locales que había salido a navegar en un bote de madera con dirección a una isla frente a la costa de la Guayana Francesa, cuando de repente comenzó a llenarse de agua y se hundió.
Afortunadamente, al momento del naufragio, el brasileño tenía un congelador a bordo del barco y tomó la decisión instantánea de subirse a el aparato de cocina. Por 11 días, el pescador quedó varado en el mar sin comida o agua.
Además, el hombre temía ser devorado por tiburones y “peces exóticos” que nadaban cerca del congelador. De acuerdo con sus estimaciones, perdió cinco kilos durante el tiempo que estuvo perdido, también detalló que sufrió sed extrema y fue herido por el intenso sol.
Por suerte, Romualdo fue salvado por otra embarcación que vio una caja blanca flotando en aguas frente a la costa de Surinam. El hombre fue llevado a tierra, donde recibió atención por sus lesiones y la deshidratación.
No obstante, como era indocumentado en Surinam, lo mantuvieron bajo custodia en Paramaribo durante las dos semanas adicionales. Romualdo finalmente fue devuelto a su país de origen en un vuelo que aterrizó en el norte de Brasil.
Al llegar a su país de origen, el pescador afirmo que “esta nevera, para mí, era Dios. Un milagro”.
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